Por: José Díaz
En los Estados Unidos de 1630 una familia de migrantes ultra religiosos es expulsada de su comunidad debido a discrepancias con la fe, así que deben ir a vivir al bosque. Aislados de todo contacto humano, y con la temprana desaparición de su bebé irán descubriendo quienes están con ellos y deberán poner a prueba sus creencias más íntimas.
La Bruja (The Witch) es una película que escapa a los usuales clichés que hemos visto en la mayor parte de películas del genero de terror: sustos sorpresas, sangre a borbotones, efectos especiales, maquillaje exagerado, seres demoníacos fantásticos entre otros.
¿Qué es lo que la diferencia entonces? La historia nos envuelve en un clima de tensión, no sólo provocado por el ser malvado del título sino que nace desde dentro de la familia, ellos se enfrentan a un entorno hostil y misterioso que poco a poco va haciendo mella en el núcleo familiar.
El entorno del bosque nos da una imagen de inocuidad y tranquilidad, pero no pasa mucho tiempo antes de darnos cuenta que es gris, triste, agreste, duro y agresivo con los nuevos habitantes. Es en este entorno donde esta familia mal preparada para debe buscar su sobrevivencia atravesando todo tipo de adversidades.
La Bruja se nos presenta de a pocos, como mandan los cánones básicos del terror; se siente natural y quizá es esa naturalidad la que genera más miedo. No sabemos cuáles son sus motivaciones y eso es precisamente lo que nos desasosiega.
El sonido es otro gran acierto, ya que a través de él se nos sugiere presencias que no podemos ver, jugando la música un gran aporte al generar la tensión requerida.
Hasta ahora he mencionado dos elementos que suelen ser parte de la receta del terror: el sonido y la dosificación del ser sobrenatural. Sin embargo el elemento que potencia la carga emocional, más que ningun otro y que hace que ésta obra se destaque por sobre otras, es el horror que nace de los demonios internos, el fanatismo llevado al extremo, la credulidad y la ignorancia.
Las relaciones familiares se vuelven enfermizas, la sexualidad naciente en algo pecaminoso, el liderazgo se convierte en cobardía; todos esos elementos son los que van desfigurando moralmente a cada uno de los personajes a medida que avanza la historia.
Toda esta situación hace que uno se pregunte si lo que sucede es obra de la bruja o es producto de la imaginación de los protagonistas. Las situaciones de tensión no son muy impresionantes por si solas una vez que las analizas, y hasta se podría decir que son muy comunes, pero su puesta dentro de la historia las hace funcionar bien y generar el sobresalto en el espectador.
Las edulcoradas historias de Rapunzel, Cenicienta, Blancanieves y demás tuvieron un origen oscuro y tenebroso que finalmente Disney suavizó. El filme se siente como uno de esos cuentos tenebrosos, un cuento duro y cruel para alejar a los niños de épocas pasadas de los peligros de lo desconocido.
Los actores cumplen perfectamente sus roles, su presencia física va a tono con sus perfiles psicológicos, esto también ayuda a presentárnoslos como personas comunes y corrientes: los gemelos torturadores, la mujer pasivo agresiva, el fanático débil, el adolescente sexualizado, la inocente que no lo es tanto. Esta es una historia no tanto de terror sino de una transformación enfermiza.
Sin embargo, todo esto puede quedar relegado y parecer poco si estamos a la espera de algo típico del género, existe la posibilidad de que el nivel de terror no sea el que el espectador está esperando encontrar.
Lo bueno: El clima que se va generando sutilmente. La manera en la que se profundiza en las interacciones de los personajes, hace que la obra sea algo diferente a lo usual.
Lo malo: El final, te deja con la sensación de que falto más y que algunos cabos quedan sueltos.
Calificación: 4.5 de 5
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